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Utilidades de las Isapres

Conocida la semana recién pasada el informe acerca de las utilidades obtenidas por la Isapres durante el presente año, la opinión pública ha reaccionado con dureza: conducta inmoral, enriquecimiento ilícito, abuso inaceptable, etc. Sin ánimo de ser generoso con los epítetos, no cabe duda de que esta situación es un “escándalo”, en el sentido más pleno de la palabra. Si no me cree, compruébelo a continuación.  

 

Escándalo (Del lat. scandălum, y este del gr. σκάνδαλον)

  • 1 m. Acción o palabra que es causa de que alguien obre mal o piense mal de otra persona.

 De acuerdo con el informe de la Superintendencia de Salud, que incluye solamente los datos relativos al primer semestre de 2011, las utilidades de las Isapres subieron 70% en este período ($45.684 millones o US$97 millones), cifra que representa las mayores ganancias del sistema en los últimos 5 años. ¿Da para pensar mal? Pues sí. Es que últimamente las cosas no están nada de bien en ninguna parte: EEUU al borde del default, varios países de la zona Euro quebrados. ¿Y nosotros? Bueno tampoco nos quedamos atrás: a pesar de que el Gobierno se ha esforzado en destacar que el país crece por sobre el 6%, es cosa de encender la televisión a la hora de las noticias para darse cuenta de que los números solo cuadran para unos pocos. En este contexto tan sombrío, la verdad es que el negocio de la Isapres no tiene desperdicio.

 

¿Y entonces cómo se explican estas ganancias? La Isapre Consalud, por ejemplo arguyó en su defensa, que en su caso, "un factor relevante ha sido el crecimiento en el número de nuevos afiliados”. Otra explicación recurrente está dada por el reajuste en los precios de las patologías AUGE (otro caso donde los dineros públicos financian el enriquecimiento privado). Habría que sacar cuentas. Yo creo que sumando y restando no llegamos a esos 45.684 millones de pesos. A mí la verdad me ha entrado la sospecha: concentración del mercado, discriminación por edad y sexo y cláusulas abusivas en los planes de salud. En fin, no quiero ser tan mal pensado.

 

  • 2 m. Alboroto, tumulto, ruido.

Corría el año 2008, y las alzas desmedidas en el precio de los planes comenzaban a situarse en el centro del debate público. Pero las batallas más arduas estaban por venir. Luego de la reforma constitucional de 2005, el Tribunal Constitucional en virtud de la nueva atribución que le confería el artículo 93 N° 6 de la de la Carta Fundamental, comenzó a convertirse de a poco en un actor relevante en esta discusión. En efecto, la sentencia 976-07 marca el precedente de ser el primer fallo que declara inaplicable por inconstitucional la tabla de factores contemplada en el artículo 38 TER de la Ley N° 18.933.

 

Alboroto fue lo que se produjo en dicha oportunidad. Rafael Caviedes, director ejecutivo de la Asociación de Isapres, señaló que "cualquier analista económico se puede dar cuenta que no es viable el sistema, si no hay una reajustabilidad adecuada para poder seguir la evolución de los gastos médicos de una persona a través del tiempo” y amenazó que de perseverarse con reclamar en contra de los precios establecidos por la tabla de factores, “se puede venir abajo el sistema”. No cabe duda que se equivocó, el negocio al parecer no era tan malo.

 

  • 3 m. Desenfreno, desvergüenza, mal ejemplo.

En agosto de 2010, luego de que el Tribunal Constitucional declaró inconstitucional (ahora con carácter definitivo) la tabla de factores de riesgo del antiguo artículo 38 Ter de la Ley N° 18.933 todo parecía mejorar. No obstante nos equivocamos. No solo las críticas de las Isapres a la intervención de los tribunales fueron descarnadas, sino que para nuestra mala suerte, éstas reaccionaron a la sentencia de manera concertada subiendo el precio de los planes de salud en un 6% como promedio respecto del año anterior,  aprovechándose de una debilidad institucional: la sentencia aludida paradójicamente dejó con un margen mayor de libertad a dichas instituciones para que actuaran desenfrenadamente. A todas luces un mal ejemplo, o si quiere una desvergüenza.

 

  • 4 m. Asombro, pasmo, admiración.

El informe de la Superintendencia sobre las utilidades de las Isapres causó asombro en todos los sectores de la opinión pública. Qué duda cabe. Tenga usted en cuenta que ni siquiera considera las utilidades que éstas se embolsarían por la última alza de los planes de mediados del presente año. 

 

Lamentablemente en este punto se equivoca la RAE. Más que causar pasmo, esta noticia la verdad es que provoca espasmos. Sobre todo cuando las esperas en el sistema público siguen siendo interminables y aquello de que la Constitución asegura  la libertad de elegir el sistema de salud, para muchas personas no es más que un cuento chino.

¿No les parece que después del lucro en la educación este debería ser la próxima razón por la que salir a protestar? Bueno, y por supuesto para legislar.

 

Felipe Paredes Paredes

Profesor de Derecho Constitucional - UACh

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