Del PC chileno y sus espasmódicos pronunciamientos sobre Venezuela
Actualmente, sedientos de algún apoyo internacional, el gobierno venezolano, a través de la enorme red de medios públicos, viralizó la ovación extasiada de la militancia comunista chilena, al presentador saludar al General de Brigada en retiro Arévalo Enrique Méndez Romero, actual embajador venezolano en Chile, quien asistió a la gran fiesta popular del Partido Comunista, evento realizado en el Teatro Caupolicán de Santiago, el domingo 23 de abril. Al grito de “Maduro, Maduro al yanqui dale duro”, las bases comunistas expresaban la solidaridad, posteriormente ratificada por Guillermo Teillier, presidente de la organización, quien denunció, la presunta injerencia de los Estados Unidos en Venezuela, ampliada según él, tras el ascenso al poder del presidente Donald Trump.
Por su carácter local, la predica comentada, podría ser considerada breve, políticamente cotidiana y quizá internacionalmente irrelevante, sin embargo, fue insumo propagandístico sobredimensionado del aparato gubernamental venezolano y twitteada “victoria” de la representación diplomática, cuyo lobby 2.0, destaca, con insistencia febril el “respaldo del pueblo chileno a la revolución bolivariana y al presidente Nicolas Maduro”, procurando quizá, a raíz de la comentada muestra de solidaridad política automática – siempre insensata, desinformada y agregaría intestinal – desvanecer, en sede mediática, la preocupación del Estado chileno por la situación venezolana, expresada formalmente a través del Canciller y secundada por diversos actores políticos del país.
La irremediable praxis del Partido Comunista chileno, sustentada en aparentes vínculos ideológicos y claramente (des) vinculada de la compleja realidad de Venezuela, no es nueva, surge como pasmodica respuesta frente a cualquier episodio de tensión política. Ya, en el año 2014, la diputada Camila Vallejos, políticamente forjada al calor del movimiento estudiantil por la gratuidad y la calidad educativa, ironizaba sobre la violación de los Derechos Humanos en Venezuela, sin considerar, la detención y procesamiento penal de un centenar de jóvenes estudiantes que participaron en protestas callejeras, durante el primer trimestre de ese año, muchos de los cuales, hoy se encuentran privados de libertad y en condiciones precarias. Lo mismo ocurriría recientemente, en ocasión de las polémicas sentencias de la Corte Constitucional (Sala Constitucional) venezolana que pretendió suprimir al Poder Legislativo mayoritariamente opositor. Al respecto, en un breve comunicado, la tolda roja, contradiciendo la opinión generalizada de la clase política chilena e internacional, negó la tesis del “auto-golpe” o “fujimorazo” en Venezuela.
Más allá de los espasmódicos pronunciamientos y de la siempre mercadeable predica universal que caracteriza a la izquierda radical, sorprende a quien suscribe, que el histórico Partido Comunista de Chile, hoy, el partido con más militantes del país, sea una caja repetidora o una especie de agencia generadora de opinión en favor del gobierno venezolano, condición derivada no de absolutos vínculos ideológicos – como podría parecer –, sino de un tratamiento irreflexivo o superficial del modelo político impulsado por Hugo Chávez y sus efectos, los cuales, analizados con una mirada metodológicamente marxista, terminarían siendo la escandalosa tesis a vencer.
Sin ánimos de pretender una cruzada reveladora, más bien, con un propósito informativo y al mismo tiempo justificante de esta nota, es necesario destacar, solo algunos aspectos de la situación venezolana, que, al ser justificada por voceros del PC chileno, terminan contrariando los propios orígenes y fundamentos de su organización.
En tal sentido, la praxis de la solidaridad automática del PC chileno, desconoce, la situación de la clase trabajadora venezolana, que actualmente, percibe un salario mínimo integral de 104.358 bolívares, lo que es equivalente a 12 dólares americanos mensuales. Recepción dineraria que debe contextualizarse, en una inflación acumulada durante el año 2016 de 404 %, lo que implica una caída dramática del poder adquisitivo, un índice de escasez estimado en un 40 % y según las propias cifras oficiales un 33,1 % de los hogares en situación de pobreza.
Igualmente, la praxis de la solidaridad automática del PC chileno, desconoce, la situación de su par venezolano, el Partido Comunista de Venezuela (PCV), que está en riesgo de desaparecer jurídicamente, pues se resiste a su validación (refichaje), al considerar, su dirigencia, excesivas y arbitrarias las condiciones impuestas por el Poder Electoral venezolano para tal procedimiento. Hecho, que afecta, la ya mermada relación de esta organización con el hegemónico Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV).
En los mismos términos, la praxis de solidaridad automática del PC chileno, desconoce, la composición esencialmente militar del gobierno venezolano, formada bajo la idea de “gobierno cívico – militar”, práctica que ha hecho ilusoria la regla democrática básica de sumisión del contingente militar al poder civil y ha permitido, no sin aberrantes consecuencias, un peligroso espacio para la deliberación política de los uniformados. Lo que probablemente, si conoce el PC chileno, porque lo padeció en carne propia, es el militarismo y seguramente comprende que es la misma ópera dantesca en todas partes.
Para concluir este desagradable y muy parcial inventario del estado actual de Venezuela, la praxis de solidaridad automática del PC chileno, desconoce, que, pese al discurso antiestadounidense, los Estados Unidos son el principal socio comercial de Venezuela en el negocio petrolero. Recientemente, se dio a conocer que la compañía CITGO, filial de la estatal PDVSA, donó a la campaña de Donald Trump unos 500.000 dólares americanos, lo que presta escueto servicio a la tesis injerencista.
Finalmente, seguramente, en la ovación al embajador venezolano, subyace una característica lamentablemente definidora de la política global, la doble moral y la relativización de los principios, sin embargo, un hecho si se quiere esperanzador y al mismo tiempo consecuencia de la contundente realidad, es la actuación de la diputada Camila Vallejo, la misma joven, que otrora ironizó sobre las protestas y persecuciones en Venezuela, hoy, mucho más prudente, considera preocupante lo que ocurre en el país petrolero. Después de todo, citando al francés Alain Badiou, “una de las grandes debilidades del comunismo era justamente la de presentarse como algo que tenía respuestas para todo. Hay que manejarse con convicciones y principios, tomar posición, pero a la vez, saber dejar las preguntas abiertas.”
Doctorandos en Derecho - UACh
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